martes, 28 de enero de 2014

Lectura 3: Tres Tesis sobre la Socialización

Tres Tesis sobre la Socialización
Resumen de la conferencia del Seminario-Taller impartido por el Dr. Ignacio Martín-Baró el 4 y 5 de octubre de 1985 en Costa Rica Ignacio Martín-Baró. Tomado de: http://www.liber-accion.org/articulos/26/203

1. Primera Tesis: La socialización es un proceso dialéctico, conflictivo y contradictorio

1.1 Que la socialización sea un proceso dialéctico significa que no constituye un simple moldeamiento de la persona por la sociedad o, desde la perspectiva del individuo, un simple aprendizaje de las habilidades necesarias para sobrevivir en una sociedad. No se trata, por tanto, de un proceso en una sola dirección: individuo y sociedad se configuran mutuamente y, aunque es un hecho que el impacto fundamental lo ejerce la sociedad sobre el individuo,
no se puede ignorar lo que de novedad aporta cada persona y, por consiguiente, lo que supone de cambio de la realidad social.

El carácter dialéctico de la socialización significa también que la persona no es primero un individuo ya constituido al que la sociedad va modificando, como si se tratara de un bloque de piedra o madera, según la vieja imagen del
escultor, la persona emerge como tal históricamente, va llegando a ser en interacción con su medio social y físico. No se puede entender entonces lo que cada persona es sino desde una perspectiva histórica.

Todo lo cual lleva a la conclusión de que, para entender los procesos de socialización, hay que ubicar a cada persona en sus circunstancias históricas concretas. El énfasis que hoy hace la psicología evolutiva en la determinación del período en que tiene lugar el desarrollo de un individuo, así como en la continuidad de estos procesos (lo que llaman en "life-span development"), constituye la consciencia sobre la novedad que puede representar cada circunstancia  histórica concreta. Y si esto es así con respecto a la dimensión temporal (cuándo), lo es también con respecto a la  dimensión espacial (dónde), tanto en un sentido físico (lugar) como sobre todo social (en qué grupo humano).  CONTEXTUALIZACIÓN

1.2 Que la socialización sea un proceso conflictivo alude a una de las características fundamentales de nuestras sociedades centroamericanas; su profunda escisión en grupos con intereses contrapuestos o clases sociales. Uno de los presupuestos que más gravemente ha pesado sobre el concepto de socialización es el de la unidad axiológica de la sociedad propia del modelo funcionalista. Si se asume una armonía social, algo así como un "contrato social" aceptado por los diversos sectores, todos los individuos estarían recibiendo los mismos influjos socializadores fundamentales y estarían siendo orientados hacia los mismos objetivos existenciales, Pero si, como parece un hecho innegable, existen graves diferencias y escisiones entre los sectores que componen una sociedad, si los intereses objetivos de un grupo no sólo no coinciden, sino que incluso se contraponen a los de otros grupos, resulta engañoso asumir que se va a dar un proceso de socialización uniforme. El hecho de que los programas exigidos legalmente por el sistema escolar sean los mismos en cada país no quiere decir que todos los alumnos reciban la misma educación. Esta observación, casi obvia, resulta todavía más evidente si se tiene en cuenta que la educación es un proceso mucho más amplio que la formación escolar, y que la socialización es todavía algo más extenso que la educación.

Que la socialización sea un proceso conflictivo quiere decir que muchos de los valores transmitidos o de las habilidades desarrolladas van a diferir radicalmente entre los miembros de los distintos sectores y clases sociales, en concordancia con el lugar que ocupan en la sociedad y con las fuerzas que mantienen el control sobre la estructuración de la existencia. Por ello, mientras el hijo del campesino introyecta una visión fatalista de su existencia, desarrolla actitudes de sumisión y aprende a comportarse como un verdadero "condenado de la tierra" (Fanon), el hijo del terrateniente introyecta una visión dominadora sobre la vida entera, desarrolla actitudes de prepotencia y aprende a comportarse como un auténtico oligarca. Presuponer una uniformidad de los procesos socializadores es vaciarlos de estos contenidos concretos, quitarles su enraizamiento histórico e ignorar así su radical diferenciación.

1.3 Que la socialización sea un proceso contradictorio representa una consecuencia lógica de su carácter dialéctico y conflictivo. La socialización supone que una persona pueda desarrollar características que si bien le posibilitan su supervivencia, imposibilitan al mismo tiempo su desarrollo humano, o que le plantean como ideal aquello mismo que le impedirá su realización personal y social. Uno de los aciertos más profundos de Freud fue haber captado el conflicto que se da entre las estructuras mismas de la personalidad y que constituye la interiorización histórica del conflicto entre  la persona y la sociedad. El fenómeno de la alienación, en su vertiente psicológica, representa en buena medida el  fruto de una socialización que hace asumir al individuo precisamente aquello que le bloquea su humanización.




2. Segunda Tesis: La socialización reproduce las estructuras fundamentales del sistema social dominante.

2.1 Un sistema social se caracteriza objetivamente por el conjunto de relaciones que se dan entre los grupos que forman una población, a través de las cuales buscan satisfacer sus necesidades. Esa estructura de relaciones objetivas tiene su correlato subjetivo en las aspiraciones, actitudes y formas habituales de comportarse las personas que componen los diversos grupos. La socialización contribuye a reproducir las relaciones sociales objetivas ayudando a configurar la subjetividad de las personas en una forma consistente con las exigencias del sistema social dominante.

¿Cómo se transmiten esas relaciones, esos esquemas, esas estructuras?
Así, por ejemplo, uno de los esquemas básicos transmitidos por la socialización es la connaturalidad de las relaciones de dominio, es decir, el presupuesto implícito de que toda relación social tiene que tener una dimensión jerárquica o de dominación y, por tanto, que en toda relación social debe haber siempre quien mande y quien obedezca. (naturalización, [refranero popular: “así son las cosas”, “hasta en el cielo hay jerarquías”])  En PR ¿cuáles serían algunos de esos esquemas básicos? [corrupción política, desconfianza del otro, los niños hablan cuando las gallinas mean…]

2.2 Otra forma como la socialización reproduce las estructuras del sistema social dominante es mediante la transmisión de ciertos patrones culturales, cuyo producto redunda en el afianzamiento de las relaciones existentes. Este es el caso, por ejemplo, del machismo que reafirma directamente el dominio de unos sobre otros (los hombres sobre las mujeres) y reproduce una concepción sobre la familia y el papel de la mujer favorable al mantenimiento de los valores dominantes.

2.3 Pero la forma principal como la socialización reproduce las estructuras básicas de la sociedad establecida es mediante el inculcamiento de un sistema de necesidades. Las necesidades, no en cuanto simples carencias objetivas, sino en cuanto a exigencias experimentadas subjetivamente (deseos), son el producto del desarrollo diferencial de las personas, de su educación y aprendizaje. Son las necesidades desarrolladas por los miembros de una determinada sociedad las que permiten reproducirse al sistema social vigente, incluso a costa de la insatisfacción de exigencias  básicas de amplios sectores de esa sociedad: tener un TV se antepondrá a la higiene, disponer de un carro contará más que el tiempo dedicado a la familia.



3. Tercera Tesis: La socialización moral se logra, principalmente, en forma indirecta

3.1 El aspecto más importante de la socialización lo constituye la adquisición de una moralidad, es decir, de unos principios que definen lo bueno y lo malo, lo deseable y lo indeseable, lo que se debe y lo que no se debe hacer.

3.2 Las determinaciones morales más influyentes no son, por lo general, las explicitadas en códigos y reglamentos formales, sino aquellas que se encuentran implícitas en el quehacer cotidiano en las prácticas reguladas por el "sentido común". Todos los hábitos que la persona adquiere como parte de un estilo de vida, de una forma normal de comportarse, implican una valoración de las realidades que, muy frecuentemente, no se encuentran definidas ni elaboradas en alguna ley. Al desarrollar estos hábitos las personas están aceptando unos códigos morales, no por implícitos menos importantes. Por tanto, el bien y el mal que objetivamente se encuentran definidos en las formas cotidianas de comportamiento constituyen el principal código moral que adquieren las personas en el proceso de socialización.

3.3 Precisamente porque el principal código moral se encuentra las más de las veces implícito en las formas de comportamiento requeridas por cada sociedad o grupo social, los códigos explícitos y formales tienen que ser vistos como una elaboración ideológica, las más de las veces encubridora de lo que realmente se promueve como bueno como malo. Por tanto, el sentido psicosocial de los códigos explícitos sólo puede entenderse adecuadamente a la luz del sentido de los códigos implícitos en el comportamiento cotidiano, en el sentido común imperante en cada sector social y en cada circunstancia histórica concreta. [códigos implícitos y códigos explícitos]

 Temas de Reflexión:

a) ¿Cuáles son los principales mecanismos socializadores en nuestro país?
b) ¿Piensa como se muestra este aspecto en tu experiencia personal, la de tus amigos cercanos, tu grupo?

c) ¿Qué aspectos de la socialización identificas como aéreas de intervención  para la promoción de cambios?

Lectura 2: ¿QUÉ ES LO PSICOSOSOCIAL? CINCO PRINCIPIOS DE RESPUESTA A LA PREGUNTA

¿QUÉ ES LO PSICOSOSOCIAL?
CINCO PRINCIPIOS DE RESPUESTA A LA PREGUNTA


Primer principio: el poético
Cuando el escritor Ernest Hemingway concluyo la escritura de su novela “Por quién doblan las campanas”, que trata sobre los horrores de la Guerra Civil Española, -un conflicto armado no muy diferente al nuestro-, seleccionó, a manera de epígrafe, un fragmento del poeta Inglés John Donne.
(3)"Nadie es una isla completo en si mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti". John Donne
Lo psicosocial es aquello que muere en cada uno de nosotros, cuando en nuestro vecindario doblan las campanas. Es la razón por la cual nos duele el dolor de los otros y nos hacen felices las felicidades de aquellos a quienes amamos. También, es por lo psicosocial que las infamias que cometen algunos nos manchan a todos y, aunque no querramos, debemos hacernos cargo de las culpas y las deudas,
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especialmente las de honor, de nuestros padres y nuestros gobernantes.
Gracias a lo psicosocial nos hacemos grandes cuando uno de los nuestros logra una proeza y somos humillados cuando uno de los nuestros sufre una humillación, también desaparecemos un poco cuando uno de los nuestros es desaparecido y perdemos un poco de nuestra libertad cuando uno de nosotros es secuestrado. Gracias a lo psicosocial los humanos conocemos esa misteriosa forma del amor que se llama la vergüenza, solamente experimentamos verdadera vergüenza cuando los nuestros realizan actos indignos, no existe aquello que llaman vergüenza ajena, todas las vergüenzas de los nuestros son vergüenzas propias.
A esta respuesta poética podría ligarse una respuesta religiosa, no menos poética, según la cual el pecado de un ser humano puede condenar a la humanidad y sacrificio de otro puede salvarla. Es inevitable el recuerdo de aquel memorable personaje del Amor en los tiempos del cólera, Hildebranda, la prima de Fermina Daza, que se siente manchada cuando se entera que una amiga suya ha cometido una falta a la lealtad en el amor, porque ella tenía un concepto universal del amor y pensaba que aquello que le ocurría a un ser humano le ocurría a todos los demás.
Segundo principio: el pictórico:
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La relación entre lo “psico” y lo “sociales semejante a la que existe entre las dos caras de la “Cinta de Moebiusdel Artista Holandés Maurice Escher. (5)
La cinta de Moebius es una figura topológica, que gracias a una torsión en una banda, genera una realidad paradójica: en todos los puntos de la banda hay dos caras, una interior y una exterior, pero las hormigas inoficiosas de la pintura de Escher, que recorren absurdamente la banda, en cada recorrido pasan del exterior al interior, sin dejar de caminar por el mismo lado. Una banda, en la que tanto en las caras como en los bordes, el exterior y el interior son a la vez opuestos y continuidades el uno del otro.
El pintor, sin embargo, no se conforma con una banda de superficie consistente y la convierte en una red, con su envés y su revés, con sus nudos en los que se encuentran la urdimbre y la trama, una red paradójica, suspendida en el vacío perfecto de un fondo blanco, sobre la cual caminan inocuas hormigas hacia ninguna parte.
La relación entre el interior de lo “psico” y el exterior en el que están los otros, es decir lo “social”, se puede pensar como una estructura
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moebiana. Lo que le pasa a los otros nos pasa a cada uno y nada de lo que pasa a cada uno deja de tener consecuencias en los otros.
Entonces podemos decir que en la subjetividad de cada ser humano se replica la comedia humana de la que participa. Todos tenemos en nuestro interior, santos y demonios, opresores y oprimidos, amos y siervos, víctimas y verdugos. La puesta en escena social continúa en nuestros sueños, en nuestros pensamientos y en nuestras fantasías, aun cuando nos retiramos a la soledad o al reposo nocturno. La vida- sueño sigue su desarrollo en el interior de la subjetividad y cuando volvemos a tomar contacto con el mundo exterior de la vida social, lo hacemos a partir de uno de los papeles existentes en nuestra novela interior, construida con restos de la novela exterior.
Dicho de otra manera, nuestro interior está construido con interiorizaciones de elementos externos, pero que allí se convierten en lo más propio, lo más íntimo, en lo particular, en la fuente misma de la resistencia, de la originalidad, incluso de la creatividad, que se exterioriza por medio de nuestras acciones y nuestros vínculos, que afectan y modifican nuestra realidad exterior, realidad que luego vuelve a interiorizarse en nosotros en el bucle incesante y espiralado de las hormigas que van y vienen del interior de nuestra subjetividad al exterior de nuestros vínculos, pero que en cada recorrido poseen un elemento cualitativamente distinto.
¿Qué fue primero el individuo o la sociedad?, ¿el individuo es un producto social o es la sociedad un producto de los individuos?, ¿Cuál es el límite entre lo psíquico y lo social?. Quien insista en mirar la obra de Escher con estas preguntas terminará mirando su propio rostro perplejo en los inmensos ojos especulares de las hormigas.
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Tercer principio: el filosófico
George Herbert Mead, es el fundador de una de las grandes tradiciones de la psicología social, que tomó primero la forma de la Escuela de Chicago, y que es considerada por algunos autores como Jesús Ibáñez y Concepción Fernández, como el fundamento mismo de algunas de las corrientes actuales más representativas, como la Psicología Social Cultural, la Psicología Social Posmoderna, el Socioconstruccionismo y la Psicología Social Discursiva.
Pero el interaccionismo de Mead, antes que Psicosociológico tiene una dimensión filosófica. Su obra clásica “Espíritu, Persona y Sociedad”, transcrita por sus alumnos, antes que una obra psicosociológica es un tratado de Ontología con profundas implicaciones éticas. No gratuitamente Habermas le dedica un capítulo especial en su texto “Teoría de la Acción Comunicativa”. (7)
Veamos una de las definiciones del “ser” humano que Mead nos aporta en esta obra: “La persona, en cuanto puede ser un objeto para sí, es esencialmente una estructura social y surge en la experiencia social”.
La idea de la condición humana que Mead nos propone en esta obra es la de sociedades que caminamos en medio de la sociedad. Estructuras de auto-interacciones que interactuamos con otros seres humanos que a su vez son estructuras de auto-interacciones. El contexto en el que interactuamos con los otros es una especie de superestructura simbólica que Mead denomina el Otro generalizado.
Nosotros y los otros con los que interactuamos tenemos la misma estructura del Otro generalizado, pero no a la manera de una repetición idéntica. Es una reproducción que inexorablemente la transforma la subvierte y la recrea. Los seres humanos, aunque no nos lo propongamos, somos a la vez reproductores, pero también transgresores, transformadores y recreadores de la estructura social. Se trata de una relación dialéctica a la vez solidaria y contradictoria.
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Para Mead la persona no es un dato a priori, ni una esencia, -de bondad o de maldad, impulsividad o racionalidad-, de la que dimana la personalidad como manifestación suya. La persona y su personalidad, -su bondad o su maldad, su vocación transgresora o amante de la ley- emergen de las interacciones. El ser humano está constituido por múltiples personas, como la sociedad que lleva dentro. La persona que emerge en cada caso depende de la interacción y de la manera como el ser humano se posiciona en ella.
El autor lo dice de una manera directa “La personalidad múltiple es el paradigma de la personalidad normal”. Hay quienes prefieren interpretar esta frase como una hipérbole inofensiva que sirve para ilustrar a los vaivenes del ánimo o a los cambios de actitud intencionados que hacen parte de la vida diaria. Si bien esto puede tener alguna relación con lo que dice al autor, su planteamiento tiene alcances mucho más radicales y se puede manifestar en su expresión más nítida cuando un ciudadano pacífico, se dice a sí mismo, presa del estupor, un día después de realizar una acción irreparable: “ese no era yo”, o cuando ante eventos menos dramáticos decimos expresiones como: “me desconozco”, o incluso, cuando alguien habla con perplejidad acerca de alguien íntimo, diciendo por ejemplo que a partir de cierto acontecimiento “es otro”. Estamos ante una visión de la subjetividad que contradice la aspiración y la ilusión de unidad y síntesis. Se trata de una subjetividad múltiple acorde con los roles múltiples que desempeñamos todos los seres humanos. Un mismo ser humano puede ser un ser ejemplar en el desempeño de uno de sus roles y un canalla en otro.
Mead inicia su obra en el campo de la filosofía y la culmina en el campo de la psicología social. Dos de las nociones más potentes que construye son los conceptos de “rol” y “juego”. En torno a ellos el autor edifica su particular visión del desarrollo infantil y de la vida social. A partir de Mead podemos definir al ser humano como un “homo ludens”, un ser que juega juegos de Roles. Juegos de Roles estructurados como juegos de lenguaje.
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El “Roles un concepto psicosocial por excelencia, ya que permite articular lo subjetivo con lo social. En cada comunidad todos los padres, los maestros, los hijos y los policías, tienen algo en común, eso es lo social. Pero también algo de particular, no hay un maestro igual a otro, ni un padre igual a otro, es la marca que cada subjetividad le hace a su desempeño de un rol. Entre los extremos de lo universal y lo particular este concepto permite establecer y estudiar tipologías de padres, de maestros, monjas, excombatientes, transexuales, etc.
La concepción particular de Mead sobre la experiencia humana como una realidad simbólica por excelencia, le da un alcance particular al concepto de rol. En el mundo humano no se “es” sino en la medida en que se desempeña un rol. Y lo roles, a su vez, están organizados en matrices lingüísticas. Para el autor el ser humano es ante todo un producto y productor simbólico que, por medio de roles definidos lingüísticamente, habita un mundo hecho de significados.
Lo psicosocial podemos entenderlo en la obra de Mead como la persona, emergiendo cada vez y transformándose en sus juegos lingüísticos de roles. Las resonancias con otros pensadores del siglo XX como Heidegger y su morada del seryWittgenstein con sus juegos de lenguaje, son inevitables.
Esta visión del ser humano como habitante de los significados, permite iluminar eventos de la vida cotidiana, inexplicables de otra manera,como el efecto mortífero o salvador que puede llegar a tener una frase para una persona, de acuerdo con el juego de roles en el que se pronuncia.
Por vía del lenguaje el mundo exterior se vuelve interior y cada ser humano contiene en su interior, el mundo que lo contiene, como una muñeca rusa que contiene otra igual, que a su vez contiene otra igual.
Cuarto principio: El psicoanalítico.
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Freud inicia la introducción a su obra “Psicología de las Masas” con las siguientes palabras:
“La oposición entre psicología individual y psicología social o de las masas que a primera vista quizá nos parezca muy sustancial, pierde buena parte de su nitidez si se la considera más a fondo. Es verdad que la psicología individual se ciñe al ser humano singular y estudia los caminos por los que busca alcanzar la satisfacción de sus mociones pulsionales. Pero solo rara vez, bajo determinadas condiciones de excepción, puede prescindir de los vínculos de este individuo con los otros. En la vida anímica de todo individuo, el otro cuenta, con total regularidad, como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo la psicología individual es simultáneamente psicología social en este sentido más lato, pero enteramente legítimo” (1921. Vol XXI:65)
En otras palabras lo que nos dice Freud es que no es posible pensar lo “psico” abstrayéndolo de lo “social” y que en últimas solo hay una psicología: la social.
Veamos algunas implicaciones de esta visión, de la relación entre lo subjetivo y lo social en la obra de Freud, a propósito de algunas problemáticas muy nuestras. Veamos lo que dice en un texto que escribe en 1915 sobre la influencia del Estado y los gobernantes en la subjetividad de los ciudadanos, en tiempos de guerra:
(17) “Y no se objete que el Estado no puede renunciar al uso de la injusticia porque de esa manera se pondría en desventaja (...) Tampoco puede asombrar que el aflojamiento de las relaciones éticas entre los individuos rectores de la humanidad haya repercutido en la eticidad de los individuos, pues nuestra conciencia moral no es ese juez insobornable que dicen los maestros de ética: en su origen no es otra cosa que angustia social. Toda vez que la comunidad suprime el reproche, cesa también la sofocación de los malos apetitos, y
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los hombres cometen actos de crueldad, de perfidia, de traición y de rudeza que se habrían creído incompatibles con su nivel cultural” (1915. Vol XIV:281-2)
Si leemos a Psicoanalista Sigmund Freud con el Poeta John Donne, podríamos decir que las canalladas que cometen los gobernantes y sus representantes dañan el alma de todos los ciudadanos. Para el autor es claro que no tiene el mismo impacto en la subjetividad del ciudadano común y corriente, el delito de un delincuente o de alguien que está al margen de la ley, que el delito de aquel que tiene a cargo cuidar a los ciudadanos de los delincuentes y velar por el cumplimiento de la ley. La expresión individuos rectoresde la humanidad tiene el fin de subrayar esta diferencia. Nada logra un gobierno que incluye las “Competencias Ciudadanas” como asignatura obligatoria en todas sus instituciones educativas, si el gobernante es el primero en mostrar su desprecio por la ley y sus representantes.
Si pensamos la segunda parte de esta cita de Freud a la luz de la pintura de la Cinta de Moebius de Escher, podríamos decir que un aflojamiento de la ley que inicia su camino por el envés de la red, de la angustia social, puede terminar imperceptiblemente en el revés íntimo de la conciencia moral de un individuo. Los carnavales y las guerras son escenarios en los que se puede verificar hasta dónde el aflojamiento de la presión social, puede generar profundas transformaciones subjetivas en muchos individuos. Lo más significativo es que cuando termina una guerra o un carnaval, muchos individuos que se abandonaron a la desmesura, vuelven a mostrar la mayor disposición para para la convivencia cotidiana. Lo cual confirma la tesis de Mead según la cual la persona y su personalidad son emergentes de las interacciones.
Quinto principio: el psicosocial.
Enrique Pichón Riviere es el fundador de una de las corrientes de psicología social más reconocidas en el sur del continente. Este autor
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define tres niveles de análisis para abordar los vínculos humanos, el institucional, el sociodinámico y el psicosocial. El Institucional se ocupa de grandes organizaciones humanas, el sociodinámico de la estructura de grupos pequeños entre los cuales se incluye la familia, y el psicosocial aborda los vínculos del individuo con los otros.
El autor propone que nos relacionamos con los objetos externos, de acuerdo con los patrones de relación que tenemos con los objetos internos, que alguna vez fueron externos y que interiorizamos, por distintos mecanismos. Es decir que habitamos un mundo interno de relaciones con representaciones de objetos a partir del cual nos relacionamos con el mundo externo.
Entonces, podríamos decir que en la Psicología Social de Pichón Riviere el análisis psicosocial se ocuparía de los vínculos y partiría de una particular concepción de la subjetividad humana en la que hay dos realidades, una interna y una externa, y que en ambas realidades hay objetos. Todo vínculo sería, en cierto sentido, un vínculo doble a la vez externo e interno. Es clara la influencia de Freud en esta visión de los vínculos humanos.
Ahora bien, Pichón lee a Freud con Mead y en eso consiste su originalidad. El autor explora la potencia del concepto de rol en el análisis psicosocial.
Uno de sus primeros hallazgos es que la enfermedad mental puede ser un rol funcional dentro de un determinado contexto vincular. Es decir que una familia, incluso un grupo humano o una sociedad entera, pueden depositar su patología en uno o alguno de sus integrantes, que se harían cargo de la locura que pertenece a todo el grupo. El autor llega a este hallazgo por medio del trabajo psicoanalítico con familias de psicóticos y llega a afirmar que el loco es el integrante más fuerte de la familia y por ello se hace cargo del síntoma.
Pero el autor no solamente comprueba que en ciertos contextos vinculares la enfermedad es un rol, sino que también constata que en hay roles que enferman, lo cual es un hallazgo complementario.
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Efectivamente basta que un grupo deposite en uno de sus integrantes su parte malditapara que éste empiece a desarrollar comportamientos autodestructivos. Es lo que Pichón llama el fenómeno del Chivo Emisario.
Otro hallazgo complementario a éste consiste en que hay enfermedades mentales y trastornos del carácter derivadas del rol, no solamente en el aspecto orgánico, también en lo subjetivo. No es gratuito que las tasas de suicidios en ciertas instituciones sean insólitamente altas, o que los empleados que desempeñan cierto tipo de oficios terminen siempre con una vida afectiva caótica. Tampoco lo es que los grupos humanos que durante largos períodos de tiempo son sometidas a diferentes clases de violencia física y simbólica empiecen a desarrollar ciertos comportamientos relacionados con estas experiencias.
Ignacio Martin Baró, por su propio camino, formula un potente concepto, para referirse a estos efectos de la violencia que son colectivos y que tienen impacto sobre la subjetividad, es el concepto de “trauma psicosocial”. Martín Baró tiene el mérito construir esta valiosa herramienta que se puede definir como: “el proceso histórico que puede haber dejado afectada a toda una población, la traumatiza, en el sentido de que sus relaciones sociales se encuentran perturbadas, lo que se expresa en procesos psicosociales que tienden a la instauración de la desconfianza, la rigidez, el escepticismo y la violencia como forma de resolución de conflictos” (Baró, 1976).
Pero el hallazgo decisivo en la historia de Pichón es que el rol, así como enferma, también puede ayudar curar. Esto lo comprueba el autor cuando, en una medida insólita, en el hospicio en el que trabajaba, le quitan todos los enfermeros y queda solo con ciento cincuenta psicóticos. En un gesto desesperado elige algunos de los que están mejor para que le ayuden con los demás y empieza a reunirse con ellos para darles algunos principios de enfermería, discutir las dificultades que tenían con los otros enfermos y apoyarlos en su tarea de cuidar de ellos. Poco después escribe “nunca en mi
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vida tuve mejores enfermeros”. Pero también descubre que el cambio de rol produjo una mejoría asombrosa en estos improvisados enfermeros. Pichón se encuentra en el lugar más inesperado con el poder terapéutico del rol.
Esta aplicación de la teoría del rol ha sido repetida históricamente en diferentes lugares del mundo por maestras sabias que cuando descubren que un niño está particularmente inquieto, en vez de castigarlo o excluirlo, le entregan una hoja y le piden que apunte en ella a todos los niños que estén particularmente inquietos, al final de la clase la maestra le recibe la tarea al niño y luego en privado desecha la hoja, porque su objetivo ya se cumplió. Lo que hace la maestra es cambiarle de rol y con el cambio de rol genera un cambio de comportamiento que puede tener efectos subjetivos muy interesantes.
Para finalizar comentaré la definición particular que el autor propone del objeto de la psicología social. Dice Pichon que “la Psicología Social estudia al hombre en situación”.
Es decir estudia por ejemplo al ser humano en situación de migrante, desempleado, madre cabeza del desaparecido, víctima de mobbing, del bullying o del desplazamiento forzoso. También, por supuesto, de deportista, sacerdote, gerente, profesor de psicología social, etc.
En palabras de George Mead, diríamos que psicología social estudia al ser humano en el desempeño de un rol, tanto en los efectos del rol sobre su subjetividad, como en la marca particular que hace en su desempeño del mismo. Así un tratado de psicología social podría ser sobre la psicología de los agentes de bolsa, las prostitutas, los obispos, los transexuales, los académicos, etc.
Pero, para aquellos familiarizados con el Socioconstruccionismo, esta propuesta del objeto de la psicología social de Pichón, inevitablemente remite al llamado Teorema de Thomas, conocido coloquialmente como la definición de la situación”. Según este Teorema “Si los seres humanos definen una situación como real, ésta es real en sus consecuencias”. El ejemplo más elocuente es la eficacia terapéutica
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de los Chamanes en las comunidades primitivas de nuestras selvas y la de los psicoanalistas en las comunidades igualmente primitivas de de Nueva York y de París, como lo constata Levi Strauss.
Proponer que la Psicología Social estudia al ser humano en situación quiere decir que se lo estudia en una realidad construida socialmente, una situación en la que aquello que se define como real es real en sus consecuencias, consecuencias que pueden hacer la diferencia entre empujar a un ser humano a la muerte o devolverle el deseo de vivir.
A manera de síntesis, tres provocaciones:
Lo psicosocial es un ente platónico que alude al vínculo indisoluble entre los entes platónicos de lo subjetivo y lo social. No hay nada más real que los entes platónicos.
Lo psicosocial es un constructo que atraviesa la reflexión sobre la experiencia humana durante el siglo XX y no es privativo de un solo discurso.
El concepto “lo psicosocial” reintroduce al ser humano, como persona, y agente activo, en sus roles y sus contextos vinculares, en el campo de las Ciencias Sociales.
Jaime Alberto Carmona Parra Abril 2012 jaimecarmona@hotmail.com
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Lectura 1: LA INTERRELACIÓN INDIVIDUO-SOCIEDAD EN LA CONSTITUCIÓN DEL SUJETO COMO SER SOCIAL


LA INTERRELACIÓN INDIVIDUO-SOCIEDAD EN LA CONSTITUCIÓN DEL SUJETO COMO SER SOCIAL
 

Cristina Masiel Nava Flores
nava.cris@gmail.com 
 
Agosto 2009


El sujeto no existe si no hay sociedad y no existe sociedad sino existen sujetos…
El presente trabajo tiene como principal finalidad abordar la relación que existe entre individuo y sociedad y cómo es que a partir de esta interacción el hombre se socializa y se vuelve sujeto a las normas y reglas que le demanda la cultura y por tanto la sociedad.
El sujeto se constituye a partir de la relación que tiene con los otros, ya que a partir de la mirada de los demás el ser humano se va constituyendo en sujeto y por lo tanto su subjetividad también, la cual va a representar todo el conocimiento que es producido por las experiencias. La subjetividad por lo tanto es la cualidad del ser sujeto(a) y es un proceso dinámico que se está construyendo continuamente, es por ello que nosotros como seres humanos construimos nuestra realidad, nuestra historia, nuestras necesidades........
Para que exista sujeto, el ámbito de lo social tiene que ir construyendo al individuo y de acuerdo a lo que vaya internalizando va ir construyendo su subjetividad de acuerdo a la mirada de los otros que lo rodean, todos los seres humanos vamos estructurando nuestro pensamiento según las relaciones, experiencias y argumentaciones que tengamos en la interacción con la sociedad. Retomando a Piera Aulagnier; ella menciona que el sujeto se va constituyendo a partir de la realidad, por lo tanto quiere decir que aquello que lo rodea y es evidente para el sujeto va a ser parte importante para que autoengendre la suya, o sea que todo lo que oiga, sienta y vea va ser de gran importancia para ir estructurando su realidad y de igual manera su biografía (historia) pero también será importante que ésta sea construida por la mirada de los otros que lo rodean.
  


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Nava Flores, C.M.: La interrelación individuo-sociedad en la constitución del sujeto como ser social, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, agosto 2009, www.eumed.net/rev/cccss/05/cmnf3.htm


En un primer momento la madre va a cumplir una función fundamental para la construcción psíquica y la preservación del niño, es decir que hay una dependencia total del hijo hacia la madre la cual es la que cumple sus necesidades básicas como el comer, dormir, tener afecto, etc; La madre va a jugar un papel muy importante en la primera etapa en la vida del infante. Para poder sobrevivir, posteriormente el individuo debe pasar por el proceso de la dependencia a la independencia, ya que el niño tiene que enfrentarse al mundo y a todas sus complejidades y de esta manera comenzar a identificarse con la sociedad.
Mediante el proceso de desarrollo del niño es como éste va adquiriendo las reglas que le demanda la sociedad y este desarrollo dependerá de lo que le rodee como lo es la influencia de la madre, del padre, hermanos, tíos, amigos, etc. Erikson nos dice que el niño práctica la capacidad que tiene para poder tener independencia, para decidir su elección y para orientarse por sí mismo.
Es por ello que además de la función de la madre, la sociedad también juega una función muy importante dentro de la construcción de un sujeto, por lo que a partir de la relación que tenga con la sociedad el ser humano se someterá a ciertas reglas dependiendo de la cultura en la que se encuentre inmerso, dentro de la que se le establecerá como debe de ser su comportamiento ya que detrás de todo individuo van a existir los otros que lo convertirán poco a poco en sujeto, sujetado a las normas y leyes que le demanden. Como menciona Eliseo Verón toda realidad de todo sujeto se va inscribiendo mediante la cultura y la sociedad debido a que es el medio social el que constituye la subjetividad de cada sujeto, es decir, que la relación con los otros va constituyendo nuestra psique.
La realidad social es por lo tanto una construcción cotidiana en donde la persona y la sociedad se van construyendo mutuamente, el sujeto se va insertando y va siendo parte de una sociedad y una cultura a partir de todas las significaciones simbólicas, ya que éstas precisamente son las que van a permitirle conformarse como un ser social.
Maritza Montero menciona que todas las manifestaciones del sujeto están inmersas y mediadas por significados que son compartidos socialmente y construidos culturalmente. Ignacio Martín Baro por su parte comparte esta visión ya que para él, la realidad social es construida por el individuo a partir de la interacción que tiene con la sociedad ya que los individuos son hechuras de la propia sociedad y ésta aparece como producto de un proceso humano y por consiguiente susceptible de transformación y cambio.
La relación entre individuo (persona) y sociedad es un proceso complejo de explicar, ya que lo social no puede excluirse de lo individual debido a que se debe de tomar en cuenta la interrelación existente entre estas dos estructuras.
El individuo llegar a ser persona porque se encuentra dentro de un círculo social que le hace ser persona y al mismo tiempo la sociedad es sociedad porque dentro de ella existen individuos que la plasman y la hacen real. Es por esta razón que no podemos entender a la persona sino se toma en cuenta la estructura personal y la estructura social. El sujeto por lo tanto siempre está inmerso dentro de la sociedad y es dentro de ella donde la persona se mueve en situaciones y circunstancias y donde actúa sobre redes de diferentes vinculaciones sociales.
La relación entre sujeto y sociedad debe ser valorada y significada y es a partir de este momento donde la persona tiene un vínculo con la sociedad y dentro de la misma también se encuentra inmersa en relaciones de poder muy complejas en donde se manejará el ejercicio del poder en donde uno lo ejerce y el otro se somete.
Para Michel Foucault toda relación entre sujetos es una relación de poder, el poder para él conforma, predice, constituye y construye al sujeto ya que éste es resultado de acciones y prácticas que tiene con los otros (sociedad). Esta es una forma de poder que transforma a los individuos en sujetos, pero sujeto a dos formas: sujeto sometido al otro a través del control y la dependencia y sujeto atado a su propia identidad por la conciencia o el conocimiento de sí mismo.
El poder por lo tanto pone en juego relaciones entre individuos o entre grupos, en donde unos ejercen el poder sobre otros, el poder solo existe en acto, es decir, en la relación con el otro (sociedad), “es un modo de acción que actúa sobre acciones: una acción sobre la acción, sobre acciones eventuales o actuales, presentes o futuras”ª
Todas estas luchas se mueven en torno a la pregunta de ¿quiénes somos?, y es aquí precisamente donde se puede decir que el sujeto es un ser de vínculos y es mediante ellos que el hombre va conformando su subjetividad a partir de las experiencias que vive con el otro (mundo), ya que a partir de la experiencia la vida del sujeto tiene una significación en relación con los demás, la experiencia es la posibilidad de aprender a través de las vivencias. La realidad dominante ejerce por lo tanto relaciones de poder.
Retomando a Pichón Riviére acerca de lo que nos dice sobre la Psicología Social se puede decir que ésta estudia los vínculos interpersonales y otras formas de interacción que están orientadas hacia un cambio social, es decir, hacia un cambio en la sociedad a partir de la realidad que maneja cada uno de los individuos.
Lo que Pichón Riviére llama ECRO (Esquema Conceptual, Referencial y Operativo) permite “la comprensión horizontal(la totalidad comunitaria) y vertical(el individuo inserto en ella) de una sociedad en permanente situación de cambio y de los problemas de adaptación del individuo a su medio”ª, el ECRO va permitir planificar las relaciones con la naturaleza y sus contenidos en los que el sujeto se modifica a sí mismo y al mundo en un constante interjuego entre los mecanismos de asunción y adjudicación de roles.
A partir del esquema que tiene cada sujeto posteriormente se va operando en la realidad y en la relación con los otros, los individuos dentro de la red de interacciones estarán ligados a sus propias expectativas y a la de los otros miembros del grupo teniendo como finalidad la elaboración de una tarea ya sea explícita ó implícita. El Esquema Conceptual Referencial y Operativo es el punto principal para el aprendizaje del sujeto debido a que permite integrar a través del grupo las experiencias de cada uno de los sujetos que conforman éste, permitiendo de esta manera la comunicación intragrupal, la comprensión de la tarea y el enriquecimiento dentro del grupo.
Lo colectivo y lo singular no debe separarse debido a que la realidad se construye a partir del margen social de cada acción del sujeto.
La noción de “subjetividad colectiva” y de “subjetividad individual” a la que se refiere Margarita Baz nos hace reflexionar acerca de lo social y lo individual como un conjunto o como independiente uno del otro. Es aquí mismo donde surge un serio conflicto ya que consideró que tanto la estructura social como la psíquica son importantes para la constitución de la subjetividad de un sujeto, el hombre llega a ser sujeto al ser inscrito y ocupar un lugar en el espacio simbólico, el sujeto es sujeto en la medida de su capacidad para representarse como “yo”, ya que la palabra implica otro el cual tiene como trabajo sostener el discurso, Benveniste menciona “Es en y por el lenguaje como el hombre se constituye como sujeto; porque el solo lenguaje funda en realidad, en su realidad que es la del ser, el concepto de “ego”ª, por todo lo anterior el sujeto necesita tener discurso y para que pueda existir se necesita de la presencia del otro, otro que hable y establezca la constitución de un “Yo” que surge a partir de la mirada del otro y por identificación con el otro, que puede ser la madre o quien cumpla la función. Ese otro que cumple la función también está sujetado a la Ley de la Cultura, es decir que la sociedad impone a la persona ciertas formas de actuar y comportarse para poder mantener su supervivencia dentro de la convivencia social. Toda realidad de todo sujeto se va inscribiendo mediante la cultura ya que es el medio social el que va construyendo la subjetividad de cada sujeto, es decir, que la relación con los otros va constituyendo nuestra psique.
La subjetividad colectiva son todas las significaciones que son instituidas y construidas por la misma sociedad, donde los integrantes de la misma llegar a ciertas convicciones para que éstas sean valoradas e interpretadas por el mundo y la cultura a la que pertenezca cada persona.
Margarita Baz apunta a que vamos siendo sujetos en un devenir histórico surcado por los acontecimientos grupales e institucionales que nos van marcando y tienen significación dentro de la vida de cada sujeto dependiendo del espacio y el tiempo en el que se vive.
Considero por lo tanto que el individuo no es tal sino existe sociedad debido a que el sujeto existe desde que la sociedad lo engendra y es a partir de un lugar dentro de las estructuras sociales donde la subjetividad singular se va constituyendo.
El ser humano está atravesado por diferentes instituciones y es a partir de éstas como el individuo se va a ver sujetado a ellas ya que la misma Ley de la Cultura y la sociedad se lo demandan. Los individuos son concebidos como “actores interpretativos” cuya subjetividad es estructurada en un inicio por los encuentros que tiene con los otros.
Realmente lo ya leído me hace tener una visión totalmente diferente a la que anteriormente tenía ya que comienzo a cuestionarme acerca de la construcción de la realidad, como por ejemplo que la realidad no es construida por cada uno de nosotros sino que es una construcción social y es a partir de esa realidad social como le damos valor a las cosas.
Para la sociedad la realidad solamente existe cuando es vista ya que de no ser así no tiene existencia, solamente existe físicamente pero hasta que nosotros le damos valor es como es reconocida.